El ataque fue feroz, despiadado. Ezequiel Maldonado iba en su motocicleta. Había salido a comprar unos sándwiches para compartir con su familia. Cuando regresaba lo emboscaron en un auto. Aunque intentó advertirles a los sicarios que equivocaron el objetivo, ya era tarde.
Malherido, dos personas lo abandonaron en la puerta del hospital Alberdi. Pero ya era tarde. Los médicos nada pudieron hacer frente a las múltiples lesiones provocadas por las balas.